Pensar en titulares

Pensar en titulares

El chiste no es nuevo. El nuncio del Papa se prepara para su primera visita oficial al Reino Unido y es advertido por su servicio de prensa de la voracidad y astucia de los tabloides ingleses para redactar titulares amarillos por cualquier razón.  Avezado en los encuentros con la prensa durante su carrera cardenalicia el nuncio cree excesivos los miedos de sus colaboradores pero les asegura que estará atento.

“Tenga cuidado con lo que dice, Eminencia”, le advierten una y otra vez.

Una nube de flashes se dispara a la llegada del nuncio a Londres y a los pies de la escalerilla del avión docenas de periodistas lo asaetean a preguntas a las que va respondiendo como puede. Aturdido por la lluvia de fotos y las interrupciones constantes escucha una voz que se destaca sobre las demás:

-Eminencia, ¿qué opina del problema de la prostitución en Londres?

-Ignoro el problema. ¿Hay muchas prostitutas aquí?

Al día siguiente los tabloides ingleses publican en grandes titulares en sus portadas: “El nuncio del papa pregunta si hay prostitutas nada más aterrizar en Londres”.

El chiste sirve como ilustración de la sensación que tienen muchos entrevistados de su entrevista no refleja realmente lo que quiso decir: “se me ha malinterpretado”.

El chiste sirve como ilustración de la sensación que tienen muchos entrevistados de su entrevista no refleja realmente lo que quiso decir. Y eso es lo peor que se puede decir de alguien que quiere comunicar, que su mensaje no se ha recibido. Los escuchamos en todos los ámbitos aunque es en el deportivo, gracias a Mourinhos y Clementes por ejemplo, donde encontramos más quejas porque “se me ha malinterpretado”. Partamos de la base de que el periodista que le solicita una entrevista no es tan malintencionado como el que le preguntó al nuncio y que por ambas partes hay buena fe. La buena fe del entrevistador pasa por buscar un titular atractivo y obtener información. La del entrevistado, por colar su mensaje.

El asunto suele ser más grave en las entrevistas de prensa. Ahí no hay matices marcados por gestos o cambios de tono, salvo que el redactor los remarque. El lenguaje no verbal simplemente no existe, y las frases adquieren un significado simple. Simple y crudo. Sin embargo es curioso que muchos prefieran este formato antes que la radio o la televisión, cuando desde el punto de vista del mensaje la entrevista en prensa requiere una mayor preparación por parte del entrevistado. Si no hay otro lenguaje que el escrito, el mensaje requiere mucha más precisión y por lo tanto un mayor dominio del asunto. Pero existen otros mitos erróneos respecto a las entrevistas de prensa que transforman una oportunidad de transmitir nuestro mensaje , en un titular que nos retrata…mal.

Existen otros mitos erróneos respecto a las entrevistas de prensa que transforman una oportunidad de transmitir nuestro mensaje , en un titular que nos retrata… mal.

El periodista es mi amigo. Falso. Aunque hay quien cree que una entrevista es una conversación con un amigo que le invitó a desayunar conviene tener claro que el entrevistador está buscando material que publicar en la edición más próxima. Los periodistas tienen amigos pero mientras dura la entrevista usted no es uno de ellos.

Yo digo qué titular quiero. Falso. Derivado del error anterior surge frecuentemente este mito en el que el entrevistado trufa sus declaraciones con ” no publiques eso” o “eso no lo digas así”. Lo que no quiera ver publicado simplemente no lo diga. Y para eso es mejor que no divague.

La prensa, como la radio y la televisión, tiene sus propios códigos comunicativos y exige, sobre todo, pensar en titulares.

“Si” y “no” no son titulares. Falso. El titular de una negación o una afirmación es la pregunta anterior. Si le preguntan si le gusta vestirse de lagarterana y dice no, alguien (seguramente un tabloide inglés) titulará: “Nunca me ha gustado vestirme de lagarterana” con lo que inmediatamente aparecerá de esa guisa en la mente de sus lectores.  Sin buscar titulares tan esperpénticos, los portavoces de los gobiernos deben esquivar a diario preguntas del estilo de “¿Condena el gobierno las matanzas de civiles en Siria?” si contesta afirmativamente puede que dé lugar a una condena que no se ha producido oficialmente, y si dice simplemente no, ya saben cual será el titular.

No son los únicos mitos que nos pueden llevar a equívoco. Una vez más nos encontramos con un medio que, como la radio y la televisión, tiene sus propios códigos comunicativos y que exige sobre todo, pensar en titulares. Así que no está de más practicar un poco antes de lanzarse a contestar preguntas alegremente, sobre todo si tiene previsto viajar a Londres.

 



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