Operación Luna

Operación Luna

Estamos en la semana que conmemora los cuarenta años de la llegada del hombre a la luna. Fue el 20 de julio de 1969 cuando Neil Armstrong, comandante de la misión Apolo XI, bajaba del módulo lunar ‘Eagle’ para dejar la primera huella en la superficie de nuestro satélite.

Desde entonces han pasado muchas cosas relacionadas con la carrera espacial. Una de ellas se producía casi a la vez que se pisaba la Luna. En la cabeza de muchos anidaba la duda de si era verdad o no que la NASA había sido capaz de poner una nave tripulada allá arriba, o si todo era una teatralización de la supuesta llegada, con cineastas de prestigio –como se dijo de Stanley Kubrick- dirigiendo una película que medio planeta se tragó como cierta.

Puede que sea más sencillo creer que todo fue un montaje, que no fue cierto que Armstrong y Aldrin estuvieron en la Luna. Tal vez resulte más interesante, más llamativo, saber cómo se puede desmontar una hazaña así que analizar con cuidado las miles de informaciones que se han escrito en torno a aquél viaje y los datos que la propia NASA tiene en Internet.

Pero lo que sí hay que reconocer es el esfuerzo de la Administración estadounidense en montar una campaña de comunicación en condiciones para hacer ver a todo el mundo que ellos eran los primeros en caminar sobre la Luna, ganándole así la carrera a la extinta Unión Soviética. Una campaña muy bien llevada que dio sus frutos porque lo que hacía falta era ilusionar a la ciudadanía a través de la implantación de valores, tal vez olvidados. No hay que echar en saco roto que ese punto de orgullo patrio que los Estados Unidos supieron meter en las conciencias de sus habitantes trascendió sus fronteras, porque se acababa de escribir un nuevo capítulo en la historia de la humanidad. Y si no, ¿por qué aún se dice que hemos llegado a la Luna -sí, nosotros mismos-, como plasmación del esfuerzo de una sociedad avanzada que trabaja en pro de sus individuos? ¿Conoce usted a alguien que haya estado allí?

Y una curiosidad: pudiera decirse que incluido en esa campaña de comunicación estaba el discurso que el entonces presidente Richard Nixon tenía grabado por si las cosas no salían bien y Armstrong y Aldrin no hubieran podido abandonar la Luna. Un discurso cuya existencia se conoció en 1999 y que fue escrito por William Safire, redactor de muchas de las alocuciones públicas que hacía Nixon. Había que estar preparados por si acaso.

 



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