El calvo de la Lotería y otras distracciones.

El calvo de la Lotería y otras distracciones.

Desde luego si de repercusión se trataba, la campaña de la Lotería de Navidad de este año ha sido un rotundo éxito. La cantidad de versiones profanas sobre el spot sólo es comparable al que provocó la famosa relaxing cup of café con leche.  Otra cosa es que la intención de la marca fuera provocar otro tipo de reacciones, quizá exentas de burla. Para hablar de la  idoneidad del anuncio hay seguro otros foros, pero el asunto nos lleva a otras reflexiones sobre la naturaleza de las marcas.

Las marcas son permeables. Por eso buscan empaparse de atributos propios de quienes la representan. Existen perfiles sin embargo que brillan con tanta fuerza que desdibujan la marca.

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Quizá las espectativas puestas en una campaña que no transmitió lo que debía ha hecho que muchos añoren otros tiempos y que suspiren por el famoso calvo de la lotería.  El caso es que ha sido el propio actor el que ha dado , en nuestra opinión , con la clave en el debate sobre si se debió relevarle o no. Dice Clive Arrindel, que así se llama ese cráneo icónico, que le dijeron que su personaje ensombrecía la marca, y aunque él  se muestra escéptico, el caso es que es una situacion muy posible.

Las marcas hoteleras no son muy dadas, en general,  a la publicidad tradicional. Pero puestos a recordar nos viene a la mente aquella campaña de Iberostar con Antonio Banderas…

Las marcas son permeables. Por eso buscan empaparse de atributos propios de quienes la representan. Existen perfiles sin embargo que brillan con tanta fuerza que desdibujan la marca a la vista del consumidor. Dicen que es el caso de Angelina Jolie, con una presencia tan fuerte que las marcas huyen de ella. El calvo se hizo tan famoso que los anuncios dejaron de ser de la Lotería. Eran los del calvo.Un anuncio de sí mismo a la postre.  Existen por otra parte, casos que ya hemos tratado aquí en los que la marca se ve salpicada por una fama nada deseable, cuando estaría dispuesta insluso a pagar, pero para alejarse de quien la luce.

Un ejemplo del buen uso de una cara conocida lo encontramos, por ejemplo, en la promoción de una marca hotelera. Seguro que recuerdan aquella campaña de Iberostar con Antonio Banderas, que daba credibilidad al eslogan de “todos somos estrellas”. Una acertada campaña en la que el protagonista era sobre todo el cliente, mientras el actor se limitaba a reforzar la idea de la experiencia de usuario. Justo lo contrario de la campaña de la Lotería de este año, saturada de estrellas deslumbrantes que precisamente hacen eso: Deslumbrar.

 



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