Planteo un debate

Planteo un debate

Y no lo hago por estimular a nadie ni por buscar entretenimientos veraniegos. Lo planteo, simplemente, porque tengo dudas, y para resolverlas sólo se me ocurre contraponerlas a otros argumentos distintos a los míos. El debate tiene que ver con el uso de la publicidad en la información o mejor dicho, con la ubicación de la publicidad.

Imaginemos que un informativo de radio y televisión está hablando de los últimos atentados en Irak. Es noticia hoy mismo pero, por desgracia, lo es casi a diario.  Casi cien muertos en una sola jornada. El presentador hace su entradilla y, justo antes de que comience el video, un anuncio nos muestra una interminable y verde campiña sobre la que se agitan al viento docenas de blanquísimas sábanas. De fondo, una voz de mujer dice en tono triunfante: “…qué blanco me lo deja todo Espumín…” Fin de la publicidad. La siguiente escena, en medio de un devastado mercado de Bagdad, adquiere tonos muy alejados de la blancura de Espumín.

Hice una pequeña encuesta, muy familiar, todo hay que decirlo, y detecté un mayoritario rechazo a este tipo de inserción publicitaria. Una corriente mayoritaria a la que me adhiero, más que sea por una cuestión de sensibilidad.

Por eso me cuesta entender el caso que me ocupa. En este no es necesario que imaginemos nada, basta con pinchar el link, si sigue abierto,  para ver las imágenes del accidente de hace un año en Barajas. Las ofrece en exclusiva un diario de tirada nacional en su edición digital, pero justo antes de verlas una musiquita acompañada de unas imágenes retocadas digitalmente me invitan a suscribirme a, sinceramente, no se qué. Es verdad que a los nueve segundos de publicidad aparece la opción de saltarme esta introducción, pero no puedo dejar de compararlo con el ejemplo del noticiario. ¿Son las reglas de la información en Internet distintas a las de la televisión o la radio?

Tal vez me esté quedando anticuado o simplemente los derroteros de la publicidad van por ahí en unos medios necesitados de financiación. Por eso, sin demagogias, planteo el debate, aunque sea conmigo mismo.

 



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