Apuntes sobre vallas electorales

Apuntes sobre vallas electorales

Fueron brotando poco a poco, al borde de las carreteras como flores tardías de invierno, pero polinizaron prácticamente todo el espacio libre. Como vinieron, han vuelto a irse por la nueva normativa hasta que entremos oficialmente en periodo electoral. De nuevo  todo el espacio será para los candidatos electorales que unas veces se presentan al electorado y otras les recuerdan que siguen allí…otra vez. Los hay con miradas al infinito, vislumbrando un futuro oculto a los demás en actitud casi mística, como aquellos carteles de Suárez en blanco y negro o de Felipe González con las sienes teñidas de blanco para resultar más interesante. Otros miran fijamente al espectador , mostrando firmeza, claridad de ideas, y los menos favorecidos por la cámara se ladean para no intimidar al votante.

Carteles electorales, vallas, pósters, trípticos, llaveros, imanes,…cualquier soporte vale para que el rostro del candidato se vuelva familiar. Es el merchandising político que  calienta motores para el maratón electoral que ha comenzado a correr hace tiempo, si es que estuvo parado alguna vez. Pero ahora es el turno de las vallas que a modo de avanzadilla nos muestran a los candidatos a una escala distinta a la de los carteles pero compartiendo, eso si, muchos elementos comunes.

Ante tanto afán retratista puede que alguno se pregunte cuántos votos puede reportar un buen puñado de vallas. Quizá en nuestra ingenuidad no hayamos caído en que la mayoría de los electores ha pensado ya su voto. De hecho son muy pocos los que deciden realmente unas elecciones, los pertenecientes a esa selecta tribu que es capaz de cambiar su voto de unas alecciones a otras sin tener la sensación de que han traicionado los colores de “su equipo”. Al final tenemos mucho de futboleros y la política se ha convertido para muchos en el partido de “los nuestros” contra los demás. Es lo que en comunicación política se llama  fidelidad o “viscosidad del voto” y que según algunos analistas se da especialmente entre los votantes más radicales de cada partido.

Así que partamos de la base de que los votos que se buscan son los de ese sector libre de ataduras dogmáticas.  ¿Obtendremos su voto con una buena valla? No. Al menos no “sólo” con una buena valla.  Después de haber visto un buen puñado de ellas en esta etapa preelectoral nos vamos a tomar la libertad de compartir una reflexiones comunicativas dirigidas a los candidatos que volverán a adornar los bordes de las carreteras en periodo electoral  y que ,por supuesto, están abiertas a la discusión.

1- El detalle. La valla es, antes que nada, una tarjeta de presentación.  Sobre todo una oportunidad para los candidatos nuevos o menos conocidos para que el elector asocie su nombre a un rostro. El desconocimiento del candidato es el peor enemigo en comunicación política. Así que es una buena idea añadir pequeños detalles diferenciadores.

-“ ¿Ibáñez? ¿Quién es Ibáñez? “

– “Si hombre, el de la corbata de flores…“

2-Hay que ser conciso. De nada sirve tratar de explicar el programa electoral de su candidato en una valla.  Tres palabras son suficientes. Nadie recordará el resto.

3- Modular el mensaje. La foto de una actitud transmite mucha más información que 100 líneas de texto. No se conforme con sacar una foto en que se vea bien. Muestre liderazgo, simpatía, interés, inteligencia, clarividencia, todo junto o por separado, pero que exista un ademán, un gesto. Lo dicho: una actitud.

4- Cuidar la calidad técnica. Si se está gastando miles de euros en vallas, no escatime en un buen profesional de la fotografía. El candidato Ibáñez no arrebatará una mirada con una imagen macilenta u oscura. Hay fotos, individuales o de grupo, que pueden estar bien para el salón de casa pero no para un cartel electoral que requiere la composición, la iluminación y otros aspectos técnicos que marcan la diferencia. ¿Por qué si no, los grandes fotógrafos sacan docenas de fotos en cada una de sus sesiones? No vale cualquiera.

5-Tomar protagonismo. La foto es la protagonista del cartel no el texto. No permita que un slogan ocupe más espacio que su retrato.

6-Evitar distracciones. Estamos de acuerdo en que una sonrisa es la mejor carta de presentación, pero si sus dientes están situados de una forma un tanto aleatoria, o no han resistido el humo de los cigarros quizá le convenga recordar el punto 3.

7Refrescar la valla. Si se lo puede permitir, cambie su cartel con cierta frecuencia. Una semana después pasa desapercibido para quienes están acostumbrados a cruzarse con él.

8-Transmitir ilusión. Sobre todo ilusión por el futuro. Un poco de optimismo  en estos tiempos tal vez no le garantice el voto de los ciudadanos pero al menos contribuirá a alegrarles el día.

P.D: Los símiles utilizado son ficticios. Cualquier parecido es coincidencia y jamás hemos oído de un candidato en Canarias que se apellide Ibáñez .

 



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